lunes, 4 de octubre de 2010

Esto no puede seguir así

Hace ya tiempo Barthes señaló la extrema soledad en que se encontraba el discurso amoroso, el cual era a un mismo tiempo hablado por miles y miles pero a la vez sentenciado o bien al olvido o bien a un furibundo rechazo por parte de los mecanismos de saber-poder. Otro tanto ocurre con lo que podríamos denominar el discurso poético, el cual parece persistir al margen de los discursos dominantes. Sin embargo, ese margen del discurso poético es el que le brinda en cierta medida un determinado poder: agazapado al costado y recostado de manera aparente en un manso sigilo, de súbito este discurso emerge directo desde su característica desolación hacia la yugular de los discursos dominantes, irrumpiendo intempestivamente contra todo lo establecido.

El discurso poético pone cada vez en escena y en cuestión no sólo sus propias condiciones de existencia sino las de todo aquello que puede ser dicho y escuchado. Entonces, este discurso al parecer al margen y marginado pero por eso mismo feroz y hambriento, se lanza como un artefacto endemoniado, como un animal metonímico hacia un más allá de sí mismo. El discurso poético se encuentra, aquí y ahora -al menos en esta ciudad-, en cierto grado hegemonizado por una serie de procedimientos que, como ya señalaba Barthes, ignoran o niegan con refinado asco las potencialidades del discurso amoroso.

En este contexto se inscribe felizmente el nuevo libro de Osvaldo Bossi, ganador del primer premio de la provincia de Córdoba 2009. Esta nueva obra da cuenta de una escritura de la resistencia y transvaloradora en un doble sentido:

Podríamos decir en primera instancia que la obra de Bossi en su conjunto se escribe justamente desde la distancia anhelante que implica todo deseo, desde ese "entre" existente entre quién desea y aquello que es deseado. Es una escritura del deseo que vuelve material literario esa distancia y la tensión que supone -y de la cual parte-, y al hacerlo corre de su habitual eje al propio discurso poético. Si en Buenos Aires lo habitual parece ser reproducir otra vez una forma mecánicamente oscurecida tal y como reza el academicismo dictado en Puán, o sino algo más o menos cool y surrealista, ó su contrario: una especie de objetivismo que opera por la negativa y dónde las máquinas que expenden gaseosas son portadoras de toda la soledad del mundo, en cambio la obra de Bossi -y esta última con particular énfasis- parece surgir desde un intersubjetivismo positivo que se crea a sí mismo como escritura y al mismo tiempo aparece motorizando todo devenir. Una literatura entonces desde y a partir de un más allá de la propia literatura: furiosos fragmentos de un discurso amoroso.

cómo puedo yo / estando ahí ese chico / terso y brillante como una espada, / seguir estudiando las disquicisiones / que cierto poeta famoso hace / sobre el verso libre, aunque sea tan / maravillosa su teoría

¡Eso mismo!

El discurso poético, extrañado de este modo por una inteligible pero perturbadora escritura del deseo realiza así su inexorable y bello gesto y toma por asalto todos los otros discursos existentes. Es este un (a)salto particularmente extraño y subversivo: se produce cuando el propio discurso poético reproduce de una u otra forma otros discursos en su interior, y al hacerlo se configura a sí mismo como el escenario de una serie de batallas. Y como bien dice el poeta: ESTO NO PUEDE SEGUIR ASÍ.

Los poemas que componen este libro destellan la oscura belleza de una piedrita encontrada a los pies de un volcán, una piedrita lanzada desde un lugar que, de manera consternadora y revulsiva, dista de ser un centro. Y que niega todo centro y toda periferia, y prefiere ese arco que se abre y tensiona entre dos -o más- sujetos de deseo. Lejos de ser un poeta del sigilo, la voz que emerge de ESTO NO PUEDE SEGUIR ASÍ es una voz entrecortada, un gémido de un placer por venir, y a esta altura -nadie lo duda- es también un estruendoso grito de guerra.


Patricio Foglia


la yapa: un fragmento de un poema que, desde las lecturas previas a la publicación del libro, ya se sabía clásico, y va directo a la única antología que importa: la mía.



DESPEDIDA

tú caminas como el incendio de un bosque
Puma, mi bienamado: cómo seguirte



Lo siento, padrecito,
pero voy a irme con mi amigo Lisandro
esta misma noche.
Todavía no sabemos bien adónde,
si a Michigan o a Hong Kong
pero no importa: miraremos la luna
desde la ventanilla del tren
y el pueblo que se aleja, pequeñito, a la distancia


Aunque Lisandro sea, como usted dice,
un borracho perdido.
Aunque parezca un poco tarde
para nosotros (siempre es un poco tarde).
/////////////////////////////// Vamos a irnos.


Estoy armando mi bolso
ahora mismo, y ninguna lágrima
me hará mirar con nostalgia
las cosas que dejo atrás.

(...)*


*fragmento de DESPEDIDA, en Bossi, Osvaldo; ESTO NO PUEDE SEGUIR ASÍ, Letras y Bibliotecas de Córdoba, Secretaría de Cultura de la Provincia de Córdoba, 2010.

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